martes, 10 de noviembre de 2009

Buen Trato y Convivencia Escolar


Es así como la importancia del Buen Trato en convivencia escolar radica en la forma en que entendemos este concepto ya que si la vemos como “Una red de relaciones sociales, que se desarrollan en un tiempo espacio determinado, que tiene un sentido y/o propósito y que convoca a los distintos actores que participan en ella a ser capaces de cooperar, es decir, operar en conjunto y acompañarse en la construcción de relaciones y vínculos entre sus miembros que se configura como un espacio relacional de cooperación y crecimiento y se construye y reconstruye en la vida cotidiana” (MINEDUC, 2004), es una invitación permanente a trabajar con el fin de crear ambientes nutritivos que faciliten las relaciones basadas en buen trato y de esta forma se espera que disminuya el desgaste de los profesionales y de enfermedades laborales. También ayuda a que se fomente la sanidad mental y emocional potenciando la autoestima y la aceptación, porque mejora la calidad de la educación, aumenta el sentido de pertenencia con la institución, permite la entrega de una educación social y valórica, una orientación en temas importantes, la creación de vínculos sociales positivos, y el replicar ambientes relacionales en donde se prueben las capacidades y se creen oportunidades para los todos quienes conforman la comunidad educativa.
En vista de todos los antecedentes recogidos y en especial según Montes y Montoya (2003), es posible decir que para fomentar el buen trato es necesario:
  1. Promocionar al amor como la base de la vida: para esto es importante tener como lema “todo por amor, nada por la fuerza” ya que a todos nos gusta que nos amen y nos confíen en nosotros. De esa unión afectiva con otras personas, los humanos tomamos fuerza para vivir, gozar la vida y hacer que otros también la disfruten.
  2. Conocer al niño o adolescente: Querer a una persona, sea niño o adulto, es conocerlo. Saber qué le gusta y qué le disgusta, indagar, observar y conversar para conocer profundamente. Interesarse en lo que le gusta, preocuparse por él cuando algo le molesta o entristece. Compartir momentos donde el o ella dirija la actividad, jugando a que también, somos niños y que él o ella son los adultos.
  3. Comunicarse: es importante tener una actitud de diálogo y escucha no sólo verbal si no también aprender a escuchar los mensajes no verbales que nos dan. No limitarse a dar órdenes o corregir, tomar el tiempo y el espacio para intercambiar ideas y potenciar opiniones, saber aceptar sugerencias y logrará que los/as niños/as participen de su educación.
  4. Respetar a los niños y adolescentes: de esta forma permitimos que los niños(as) y adolescentes se sientan reconocidos/as y entendidos/as en sus temores y debilidades, con sus alegrías y sus rabias. Tratar de respetarlos/as, como nos gusta que nos respeten a nosotros. Evitar las palabras duras y ofensivas. No decir nunca: "No puedes", "No sabes", "Eres bruto/a". No anticipar opiniones cuando sucede un conflicto. Evitar los insultos o los castigos, porque el sufrimiento que producen deja huellas permanentes en los niños y les limita su capacidad de asumir autónomamente la responsabilidad de la situación originada (B. Bettelheim, 1985).
  5. Ponerse a la altura del niño, física y emocionalmente: Jugar con ellos/as, contarles cuentos e historias, dedicarle un tiempo en el día por muy ocupado que estemos. No utilizar el espacio en común, sólo para corregirlo o reprenderlo. Facilitar los materiales para que sea limpio y ordenado. Recordar ser sistemático cuando enseña hábitos a los niños. Estar seguro de que aquello que le pide al niño es lo apropiado, por su nivel de desarrollo y su madurez. Organizar lo que se le permite y lo que no. Poco a poco, conforme crece, ir ampliando sus deberes y sus derechos. Ser muy prudente en pedirle acciones que sí tiene capacidad de realizar. Evitar frustraciones y conflictos con exigencias muy altas.
  6. Fomentar la autonomía en el niño: Es importante que, conforme el niño crece, vaya adquiriendo autonomía, pero sin perder la perspectiva de los roles de padres o educadores. Es importante tratar de encontrar un equilibrio entre lo que él sugiere y lo que se espera.
  7. Identificar emociones: Está comprobado que las personas consideradas tradicionalmente como las más inteligentes (en términos cognitivos), no son las que alcanzan éxito en la vida, pueden ser muy hábiles en manejo de información, pero son inseguros o pocos sociables y cuando trabajan tiene constantes conflictos con sus compañeros o no se comunican con sus jefes. Goleman innova la educación infantil con el conocimiento de las emociones, postula que al niño se le debe estimular un equilibrio entre la razón y los sentimientos. Como parte de la formación del niño es educar sus emociones, enseñarle a conocerse para que pueda comprenderse; manejar sus sentimientos de ira o felicidad; o motivarse personalmente. Cada uno somos nuestro principal estímulo. Ayudarlo a reconocer las emociones de los demás (no hablar con alguien molesto, escuchar a quien desea desfogarse); manejar las relaciones con los demás en forma amigable. Es importante estimular permanentemente en el niño o niña sentimientos positivos en un clima optimista y animoso, usando colores alegres en la ambientación del aula o en la decoración del dormitorio, mantener una buena iluminación y limpieza, usar música alegre, colocar flores y crear así un espacio agradable. Recordar sonreír permanentemente, no es tan fácil, pero no es imposible y verá que a todos en su hogar le hace bien vivir en felicidad como actitud de vida.