Debido a los cambios propuestos por la Reforma Educacional Chilena ha comenzado a ser relevante y necesaria la entrega de educación de calidad y con igualdad. Dentro de esta preocupación por la entrega de una mejor educación aparece un factor que influye de manera preponderante en la calidad de esta y en la de los aprendizajes, el buen trato, el cual es una expresión constante dependiente del intercambio natural entre los niños.
Sin embargo, pese al interés de los componentes del sistema escolar, ya sea a nivel nacional como local, es posible enfrentarse a prácticas discriminatorias y abusivas, tales como la exclusión, el matonaje, la violencia de alumnos más grandes hacia los más pequeños y otras similares. Lo cual hace que los ambientes estén cargados de distractores emocionales que interfieren significativamente en los procesos de aprendizaje y en el desarrollo de habilidades y destrezas. (Milicic y Arón, 2000)
Los establecimientos educacionales son un lugar de privilegio para que nuestros niños, niñas y jóvenes aprendan a vivir juntos y desarrollen las capacidades para convertirse en ciudadanos que defiendan y promuevan la no-violencia, el respeto mutuo y la colaboración.
Aprender a vivir juntos, aprender a convivir con los demás, además de constituir una finalidad esencial de la educación, representa uno de los principales retos para los sistemas educativos actuales. Son muchas las razones que hacen que este aprendizaje se considere no sólo valioso en sí mismo, sino imprescindible para la construcción de una sociedad más democrática, más solidaria, más cohesionada y más pacífica.
Si nos situamos en una postura sistémica de la educación según Cassasus (1994), es posible observar la necesidad de cooperación que subyace al concepto de organización. Una segunda idea básica es la de lograr objetivos comunes. La coordinación de actividades se ordena con base en una finalidad mínima de producir un bien o servicio, de hacer o lograr algo. Según esta visión, podemos encontrar escuelas como sistemas cerrados que impiden el buen funcionamiento de este ya que se aprecia un cierre a la información y una resistencia al cambio que se basa en la centralización de las decisiones, una jerarquización organizativa en donde se individualizan los procesos contradiciendo el proyecto institucional, una visión parcelada de los problemas de Gestión, el enclaustramiento de las instituciones escolares que fomenta la separación de la escuela con la comunidad provocando una limitación de mecanismos efectivos.
En vista de todas estas necesidades se hace necesario el trabajo en Buen Trato, por ser un proceso constructivo en donde se hace necesaria la participación de todos los componentes del sistema. Además, en vista a los cambios sociales que la sociedad ha experimentado y al bombardeo de hechos negativos en la sociedad es importante romper círculos viciosos que limitan a los niños en muchos aspectos vitales y a sus padres, haciendo de esta forma una fábrica de niños y jóvenes que no fomentan el respeto, la autonomía , la paz y sobretodo el amor el cual es la base de todos los vínculos y de la sobrevivencia..
Sin embargo, pese al interés de los componentes del sistema escolar, ya sea a nivel nacional como local, es posible enfrentarse a prácticas discriminatorias y abusivas, tales como la exclusión, el matonaje, la violencia de alumnos más grandes hacia los más pequeños y otras similares. Lo cual hace que los ambientes estén cargados de distractores emocionales que interfieren significativamente en los procesos de aprendizaje y en el desarrollo de habilidades y destrezas. (Milicic y Arón, 2000)
Los establecimientos educacionales son un lugar de privilegio para que nuestros niños, niñas y jóvenes aprendan a vivir juntos y desarrollen las capacidades para convertirse en ciudadanos que defiendan y promuevan la no-violencia, el respeto mutuo y la colaboración.
Aprender a vivir juntos, aprender a convivir con los demás, además de constituir una finalidad esencial de la educación, representa uno de los principales retos para los sistemas educativos actuales. Son muchas las razones que hacen que este aprendizaje se considere no sólo valioso en sí mismo, sino imprescindible para la construcción de una sociedad más democrática, más solidaria, más cohesionada y más pacífica.
Si nos situamos en una postura sistémica de la educación según Cassasus (1994), es posible observar la necesidad de cooperación que subyace al concepto de organización. Una segunda idea básica es la de lograr objetivos comunes. La coordinación de actividades se ordena con base en una finalidad mínima de producir un bien o servicio, de hacer o lograr algo. Según esta visión, podemos encontrar escuelas como sistemas cerrados que impiden el buen funcionamiento de este ya que se aprecia un cierre a la información y una resistencia al cambio que se basa en la centralización de las decisiones, una jerarquización organizativa en donde se individualizan los procesos contradiciendo el proyecto institucional, una visión parcelada de los problemas de Gestión, el enclaustramiento de las instituciones escolares que fomenta la separación de la escuela con la comunidad provocando una limitación de mecanismos efectivos.
En vista de todas estas necesidades se hace necesario el trabajo en Buen Trato, por ser un proceso constructivo en donde se hace necesaria la participación de todos los componentes del sistema. Además, en vista a los cambios sociales que la sociedad ha experimentado y al bombardeo de hechos negativos en la sociedad es importante romper círculos viciosos que limitan a los niños en muchos aspectos vitales y a sus padres, haciendo de esta forma una fábrica de niños y jóvenes que no fomentan el respeto, la autonomía , la paz y sobretodo el amor el cual es la base de todos los vínculos y de la sobrevivencia..
