martes, 10 de noviembre de 2009

La importancia de considerar las necesidades de los niños


En el mundo actual, la niñez y la adolescencia, son los grupos etáreos menos favorecidos. El irrespeto recurrente de sus derechos impiden su desarrollo integral, desvaloriza su potencial humano y ciudadano, coartando su futura contribución como seres humanos plenos, éticos, respetuosos de los otros, solidarios y participativos.
Cuando consideramos a los niños como sujetos de derechos y deberes y los sacamos de esa visión cosificadora que propone la cultura adultista, es posible cimentar las bases para el establecimiento de relaciones de buen trato. Es así como parte de las competencias parentales es el reconocer las necesidades de los niños y así validarlo como otro que necesita de cuidado y protección.
De todas formas, si bien los padres tienen una gran responsabilidad en el conocimiento de estas necesidades, no podemos responsabilizarlos de la totalidad del resultado del bienestar y desarrollo de los niños ya que también hay fallas en la sociedad que desencadenan procesos ineficaces e ineficientes a la hora de satisfacer estas necesidades.
Si hablamos de necesidades de los niños es posible distinguir: (Barudy y Dantagnan, 2005)
necesidades fisiológicas: dentro de estas están el existir y permanecer vivo y con buena salud, el recibir comida en cantidad y calidad suficientes, el vivir en condiciones adecuadas, el estar protegido de amenazas contra su integridad, el disponer de atención medica y el vivir en un ambiente que permite una actividad física sana. Estas son:
  • Necesidades de lazos afectivos seguros y continuos: esta necesidad está compuesta a su vez por la necesidad de vínculos profundos, sanos y seguros, necesidad de aceptación lo cual se logra a través del amor, ternura y cuidado y la necesidad de ser importante para el otro. Dentro de este punto aparece el desarrollo de un buen autoconcepto y una autoestima positiva constituye un factor fundamental para el bienestar personal y la salud psicológica.
  • Ambos aspectos favorecen el aprendizaje, la creatividad, la autonomía y las relaciones sociales saludables (Alcántara, 1993 en Gil, 1997).Un niño que cuente con una autoestima positiva tiene menos posibilidades de desarrollar y padecer conductas violentas, si crece en un entorno que considere la violencia como algo negativo y la censure. Las habilidades sociales también se relacionan positivamente con el autoconcepto y la autoestima. Así, un niño o niña competente o socialmente hábil es mejor aceptado por los demás —tanto iguales como adultos—. Pero esta relación es recíproca, ya que si un niño o niña tienen una autoestima alta tendrá una mayor facilidad para establecer relaciones sociales, mientras que si su autoestima es negativa es más probable que presente un comportamiento defensivo, sumiso, o agresivo. Además, las habilidades sociales —y en particular las de comunicación y de respuesta asertiva—, ofrecen alternativas concretas al comportamiento violento.
  • Necesidad de valores para poder transmitirlos y crear una sociedad bien tratante.